Hierbabuena.
Por Mady Miranda de Alvarez
Llegué a casa justo antes del
amanecer. Ví que el balcón estaba sucio
y aproveché que la escoba estaba a la mano para limpiar un poco. Al sentir mi
presencia el gato se acercó a saludarme. Dejé la escoba a un lado y lo acaricié
un poco mientras admirábamos el mar en el tenue resplandor que anunciaba la
mañana. Luego revisé las plantas que
tenía en potes. La albahaca morada, la
ruda, la salvia y la sábila estaban muy lindas. La hierbabuena necesitaba poda
así que le quité algunas hojas. Las llevé a la cocina, las amarré con un lacito
rojo y las colgué para que se secaran. Puse la cafetera a colar mi primer café
del día. Volví al balcón para tomar la escoba y guardarla antes de que te
despertaras pero llegué muy tarde. La viste llena de rocío de la noche y luz de
luna. “Dijiste que aquí en la ciudad no andarías en eso”. “Lo sé. Pero mi amiga necesitaba mi ayuda y
como están las cosas es más seguro viajar así que en el carro”. Sonreíste, moviste la cabeza desaprobando y
fuiste a servirme mi café mientras el sol pintaba de colores las nubes sobre el
mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario